Normalmente dividimos los diferentes tipos de lesiones según el grado de afección muscular:

  • Contracturas o espasmos, características en músculos sometidos a sobrecargas durante tiempos prolongados, o incluso por estrés. Encontramos normalmente ese músculo acortado, y la aparición de “puntos gatillos” durante su palpación.
  • Distensiones o elongaciones musculares, que aparecen tras un estiramiento forzado, o un esfuerto límite superior a la capacidad del músculo para responder con normalidad. No presenta lesión en las fibras musculares, por lo que no aparece hematoma ni equimosis. Pero en cambio se pueden apreciar a la palpación bandas tensas dentro del vientre muscular. La señal típica de esta lesión es un “pinchazo”, y los lugares más característicos de estas lesiones son los isquiotibiales, el recto anterior del cuádriceps, aductores, gemelos y sóleo.
  • Las roturas musculares o fibrilares son la ruptura parcial o total de la masa del músculo, cuya causa suele ser la falta de calentamiento del mismo antes de someterlo a una actividad intensa, el desequilibrio entre agonistas y antagonistas, o incluso el trabajo muscular en condiciones de frío y humedad. El síntoma habitual, a diferencia del “pinchazo” de la distensión, es lo que conocemos como “síndrome de la pedrada”, ya que la sensación es la de haber recibido el golpe de una piedra en la zona afectada. En esta lesión si que se ve afectada la continuidad de las fibras musculares, y en la palpación se notará una hendidura junto a la contractura. Además aparecerá hematoma y equimosis a consecuencia de la hemorragia muscular interna. En este tipo de lesiones existen diferentes grados, que se definirán por la separación en milímetros o centímetros entre ambos extremos musculares.

Prevención y tratamiento

  • Para la prevención de las contracturas se recomienda un calentamiento adecuado antes de comenzar cualquier actividad física intensa, además de un completo estiramiento a su finalización con el objetivo de restablecer la longitud inicial del músculo. Si ya se ha producido la contractura, es recomendable la aplicación de calor, masajes, baños de inmercios, punción seca, estiramientos con frío, etc.
  • En el caso de las distensiones o elongaciones, el tratamiento inicial será el de aplicación de frío local. Pasados tres días podremos empezar un tratamiento de fisioterapia basado en masaje de descarga, estiramientos, y principalmente reposo con el objetivo de evitar agravar la lesión.
  • Para evitar una rotura muscular deberemos descargar frecuentemente la musculatura mediante frecuentes estiramientos y masaje. Pero si ya se ha producido la lesión, su tratamiento será diferente según su grado. Habitualmente se aplicará frío en los primeros días con el propósito de evitar la inflamación de la zona, vendajes de tipo compresivo, y reposo. Y ya, a partir del tercer día, podremos comenzar con masajes de descarga, estiramientos controlados, y contracciones isométricas. Ya cuando el tratamiento esté en fase más avanzada se procederá con masajes y estiramientos más intensos, y se complementará con ejerciciós de fuerza para recuperar el músculo para su actividad habitual.

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